Desde niña sabía que me quería dedicar a la belleza y al cuidado capilar, era un mundo que me encantaba y me llamaba mucho la atención. Trabajo en peluquería desde los 19 años, hasta que a los 28 me decidí a montar mi empresa propia, algo de lo que no me he arrepentido nunca, la ilusión y las ganas de hacer y trabajar en lo que te gusta es una gran suerte. Estoy formándome continuamente, la peluquería es un oficio en el cual siempre tienes que estar al día en las últimas tendencias, por placer y por demanda del cliente.